Otra vez.
-¿Has vuelto a los madrugones?- ¿Pero qué dices?, voy al baño y me vuelvo a acostar.- Hace dos días abriste tu corazón y ahora empiezas de nuevo con excusas baratas y a comportarte como un adolescente. Qué pasa, ¿que no podemos hablar de esto como dos adultos o qué?- ¿Y qué quieres hablar? Yo ya sé que tú me quieres como amigo y que estás enamorada de el y… y tú ya sabes que ambas cosas se me hacen insoportables. Aunque no lo creas soy un tio muy fuerte. Llevo toda la vida entrenándome en eso de ser el mejor amigo de la que me gusta. Es increíble la capacidad que tengo de anular los sentimientos y jugar a amigo comprensivo con tal de tener ala que quiero cerca de mí. Pero en estos últimos meses he aprendido a quererme más, ¿sabes? A respetar lo que siento, y estoy harto de rebajarme y de hacer el papel de tu confidente y de tu paño de lágrimas. Porque me importa tres narices lo que me digas de el; sólo quiero oír: te quiero a ti. Y como eso no va a pasar, y todavía estoy en eso de echarle cojones para olvidarme de ti para siempre, pues aquí me tienes, haciendo el gilipollas levantándome a las seis de la mañana.
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